Parte de la
bancada socialista cree que su exsecretario general y aspirante a las
primarias le está haciendo “el caldo gordo” a Iglesias. Además, le
acusan de deslealtad con su partido.
En
círculos socialistas se dice que “cuando lleguen las últimas curvas de
las primarias habrá que ponerse un impermeable para evitar las
salpicaduras de sangre”. La pugna por la supremacía entre el ala
socialdemócrata pragmática, liderada por Susana Díaz, y la socialista radical, encabezada por Pedro Sánchez, corre hacia “terrenos destructivos”. La vuelta de tuerca de Sánchez alineando el proyecto de Díaz y de la Gestora en connivencia con el PP no augura nada bueno.
Desde Ferraz señalan que, con ese cruce de cartas de trazo grueso en el que ha incluido a Javier Fernández, el ex secretario general busca el desgaste del susanismo etiquetándolo como un PSOE “dócil”
y “entregado a la derecha”, para luego emerger él ante las bases como
el aspirante que se rebela contra la “nomenclatura”. Y
la operación Lezo le ha dado oxígeno, porque en estos últimos días le ha
permitido revivir su numantina defensa del “no es no” a Rajoy reclamando, mitin tras mitin, su comparecencia ante el Pleno del Congreso.
De hecho, el pasado jueves, en una entrevista en el programa Hoy por Hoy de la Cadena SER, subió su apuesta con la exigencia de la “dimisión de Rajoy”. Y contrapuso su demanda con la actitud, que considera “débil”, del “establishment “de Ferraz: “El PSOE de la abstención tiene difícil pedir la dimisión de Rajoy”.
El sobresalto entre los diputados alineados con el oficialismo y su
instantáneo cruce de llamadas constatan que esas palabras fueron vistas
como una invasión orgánica en la actividad del Grupo Socialista, volcado
junto a C´s en que el presidente del Gobierno comparezca en la comisión de investigación sobre la financiación irregular del PP que se va a poner en marcha a la vuelta del puente.
La táctica “populista” de Sánchez,
que busca desmontar la tarea de oposición de su partido en el Congreso,
es considerada como “una deslealtad más” en beneficio propio. “Ese
relato victimista, de outsider, sólo da bazas a Podemos”, señala un importante diputado socialista. Apenas había abandonado el ex líder del PSOE los estudios de la radio de Prisa en Santiago de Compostela, cuando Pablo Iglesias
lanzaba su propagandística moción de censura. Una moción con la que la
formación morada desea, entre otras cosas, tensar las costuras del
socialismo estas próximas semanas.
“Esa injerencia es seriamente
viciosa y su reconducción sólo puede pasar por una reflexión del
sanchismo, que no puede negar por sistema el pan y la sal a
prácticamente todo lo que hace la dirección interina del partido”,
señala la fuente. La labor fiscalizadora de la Oposición al Gobierno no
puede estar basada en desmesuras, en un conflictivo “todo vale” con tal
de atrapar objetivos personales. Los socialistas están obligados a
configurarse ante los ciudadanos como una alternativa real y creíble
haciendo posible una Legislatura mínimamente razonable. Así, en su haber
llevan a gala acuerdos “conquistados” a Rajoy tales
como la subida más alta registrada en el salario mínimo interprofesional
(un 8%), la paralización de las reválidas (otro de los asuntos de
máxima satisfacción para sus filas) o la renovación de los puestos
vacantes del Tribunal Constitucional.
En suma, el PSOE
está rentabilizando, pese a las trabas que implica hallarse en el
centro del huracán de las primarias, la situación de un Gobierno en
minoría con muchísimas dificultades para sumar los apoyos parlamentarios
que necesita. Ello permite al PSOE jugar un papel muy
preponderante liderando la oposición. “Exigir responsabilidades
políticas cuando sea menester, por supuesto, pero sin necesidad de
deslegitimar todo a fuerza de escándalos que pongan en riesgo el futuro
mismo del sistema”, se apunta sensatamente desde la bancada socialista:
“Lo otro es hacerle el caldo gordo a Iglesias”.
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