No Al Olvido

domingo, 13 de noviembre de 2016

Economía Hacia un mundo sin efectivo Pese a que el metálico aún es el rey de la mayoría de las compras, el pago con móvil amenaza con arrinconar a los billetes en la nueva era de las finanzas





Fue en el verano de 1967, en una oficina de Londres de Barclays Bank, cuando se inauguró el primer cajero automático de la historia. Los clientes más atrevidos de la entidad comenzaron a adquirir cheques impregnados de carbono 14. Después, los introducían con un cuidado casi quirúrgico en la terminal que se había instalado junto a la sucursal. Tras teclear un código secreto de cuatro dígitos, la máquina ofrecía el dinero solicitado.
El invento fue objeto de todo tipo de burlas y desconfianzas. Pero terminó por imponerse y revolucionó no solamente la industria bancaria del momento, sino también los hábitos de vida de millones de personas en todo el mundo. El éxito del cajero puso fin a la tan arraigada costumbre de acumular dinero en casa y también a las esperas semanales delante de una ventanilla para aprovisionarse de efectivo.

Han pasado ya casi cincuenta años desde entonces, pero la mayor parte de los expertos aseguran que el momento actual no dista mucho de aquellos tiempos. Aunque ahora el teléfono móvil y las redes son el eje del cambio y el futuro, auguran, es el fin paulatino del dinero físico. El camino, no obstante, se antoja todavía largo. El efectivo continúa siendo a día de hoy el medio de pago más usado en todo el planeta y canaliza tres cuartas partes de las operaciones realizadas. Según el Banco Central Europeo (BCE), la cantidad de billetes y monedas en la zona euro aumentó hasta más de un billón de euros el pasado año 2015 (cerca de un 30% eran billetes de 500 euros), lo que representa un incremento de casi el 100% en diez años.
¿Cómo puede hablarse entonces de el fin del dinero en efectivo? «Porque es el camino más lógico. El dinero digital es mucho más eficiente, el control de capitales es más sencillo y también es mucho más cómodo», asegura Rodrigo García de la Cruz, profesor del IEB y fundador de la consultora especializada en el sector de las fintech Finnovating.
«El problema es que todavía hay un importante número de frenos al cambio, como son las tasas de intercambio, que limitan demasiado los pagos pequeños, los intereses ligados al blanqueo de capitales y la extensa red de cajeros automáticos que tienen los bancos, que dejaría de tener sentido», puntualiza el profesor del IEB. En la misma línea se muestra el presidente de la Asociación Española de Fintech, Jesus Pérez: «El dinero físico tiene muchísimos costes, es una cuestión de eficiencia. Ya ocurrió algo similar cuando se cambiaron las monedas por los billetes. Además, en países que tienen baja bancarización el dinero digital es la única vía».

Dinamarca y Suecia, los más avanzados

Lo cierto es que hay países que han avanzado con decisión en su apuesta hacia las finanzas digitales. Dinamarca anunció el año pasado su intención de legislar para que gasolineras, tiendas de ropa y restaurantes tuvieran la opción de no aceptar más pagos en efectivo. Además, el Banco Central del país ya abandonó la producción de monedas y billetes.
En otros países escandinavos como Suecia los monederos cada vez son menos frecuentes y también en su caso han estudiado suprimir el dinero físico. El pago en efectivo apenas supone un 25% de las operaciones en Dinamarca, según los datos del Consejo de Pagos del país, y las transacciones con móvil están generalizadas.
«Cambiar las tendencias requiere tiempo. En mi opinión, la desaparición no será definitiva a no ser que los reguladores apuesten definitivamente por ello, pero es incuestionable el hecho de que los medios de pago alternativos están creciendo mucho», asegura Antonio Macías, responsable del negocio de emisión en medios de pago de BBVA. «El móvil se ha convertido en el centro de nuestras vidas y nuestro dinero va con él. El comercio electrónico crece en nuestro país a ritmos del 40% anual, es un fenómeno imparable», afirma.

La legislación ayuda

Carmen Alonso, directora general para España de Visa, apunta a la legislación como un factor determinante: «En los países nórdicos la regulación —asegura— favorece claramente los pagos electrónicos. Este es un proceso que, para llegar a ser global, necesita más tiempo y consensos. Pero cuanto más apoyo reciba por parte de los gobiernos, mejor para todos».
Asegura también Carmen Alonso que «los pagos electrónicos impulsan la economía y generan empleo. Creo que el cambio será lento y que llevará mucho tiempo, pero estoy convencida de que en unos años los pagos en efectivo ya no serán mayoritarios». 
 http://www.abc.es/ 
MRF

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