La Policía Nacional ha detenido este miércoles en Ceuta a un español de 28 años integrante de una red de captación, adoctrinamiento y reclutamiento «potencialmente peligrosa» por la vinculación de sus miembros con yihadistas del Dáesh en Siria y por su profunda influencia en jóvenes del barrio ceutí de El Prícipe.
Según ha informado el Ministerio del Interior en una nota, el arrestado desarrollaba labores de comunicación a modo de «informante», una figura clave en la obtención, almacenamiento y distribución de contenidos radicales procedentes de los canales oficiales de la organización terrorista.
Además, está vinculado a numerosos yihadistas españoles desplazados a territorio sirio y fallecidos en zona de conflicto.
El independentismo se presentará desunido a las elecciones del 21 de diciembre. Esquerra Republicana (ERC), a diferencia de las autonómicas «plebiscitarias» de 2015, ha vencido la presión ejercida por el PDECat y se ha negado a reeditar para la próxima cita electoral una nueva versión de Junts pel Sí (JpS). Los ruegos del presidente «exiliado» Carles Puigdemont, así como la presión de las entidades soberanistas -la ANC y Òmnium-, no han hecho mella en una ERC que confía en poder ganar los comicios de manera holgada, tal y como pronostican todos los sondeos. Al cierre de esta edición no se había inscrito ninguna coalición, y tampoco estaba previsto, según fuentes políticas, que a las doce de la noche, cuando vencía el plazo para formalizarlas, se fuese a presentar alguna. Con todo, las conversaciones entre el PDECat y ERC nunca se han suspendido, con lo que las mismas fuentes no descartaban que se apurase el plazo para inscribir algún tipo de marca blanca, lo que permitiría mantener abierta la posibilidad de concurrir juntos antes de que el día 17 se formalicen de manera definitiva las candidaturas.
En este sentido, fuentes de la CUP recordaron ayer a Efe que el hecho de dar por finalizado el plazo para registrar coaliciones no inhabilita ninguna opción de futuro, incluyendo la posibilidad de que concurra una lista como simple candidatura con políticos de varias procedencias, si bien ya no podría ser una coalición.
Eso sí, desde el independentismo se valora de manera distinta, según el interés de cada cual, el fracaso de la lista unitaria. Para el PDECat, y buena parte del secesionismo, se desvanece la oportunidad de configurar el 21-D como un segundo «plebiscito», con una «lista de país» o «lista por la república» que ayudase a visibilizar un resultado en clave binaria. Por contra, otros sectores, menos contemporizadores con los intereses del PDECat, sostienen que la unión de este partido con los republicanos, resta más que suma. Como defendían en ERC, la lista unitaria solo tiene sentido si incluye a todos los partidos. Así, una reedición de Junts pel Sí solo servía para camuflar el anunciado batacazo del PDECat. «Es más eficaz que cada uno pase el rastrillo en su espacio natural», sostenía el diputado Joan Tardà.
«Una lista amplísima»
Sea como fuere, lo cierto es que la concurrencia de los partidos indepedentistas por separado ayuda a consolidar la imagen de unos comicios de corte estrictamente autonómico, obviamente excepcionales dados todos los acontecimientos que están sucediendo, pero aceptando que serán lo más próximo a unas elecciones normales. Así se reconoce en el PDECat, donde su portavoz en el Congreso, Carles Campuzano, insistía ayer en TV3 que en un momento tan «excepcional», los votantes soberanistas «no entenderían» que los partidos concurrieran por separado, y aseguró que el PDECat trabaja para que «la hora de los reproches no llegue» entre los soberanistas.En esta línea se manifestó Puigdemont ayer en Catalunya Ràdio en una entrevista grabada desde Bélgica: «Mi ideal personal es que haya una lista de país amplísima en la que esté todo el Govern y toda la gente que está defendiendo la democracia». Es decir, una sola lista con los exconsejeros y los «Jordis» que les permita blindarse jurídica y políticamente lo máximo posible.
Esta habría sido la respuesta «ideal» del expresidente autonómico ya que, en su opinión, el Gobierno de España «va a por el país», en referencia a las instituciones autonómicas de Cataluña. «Creo que no tenemos otra alternativa que ir todos juntos», añadió.
Sin embargo, ERC no cedió -tampoco a la presión de última hora de la ANC- y los partidos independentistas se presentarán por separado el 21-D. Una de las consecuencias es que cada partido podrá matizar su discurso.
Así, por ejemplo, y aunque el discurso público del PDECat es el de seguir adelante con la república, el partido no quiere renunciar a una bolsa de votantes algo incómoda con la unilateralidad y los hechos consumados que supuso la DUI. El propio Campuzano apuntaba al «derecho a decidir» como uno de los elementos que deberían incluirse en el programa, algo que para él no implica un retroceso en los planteamientos del partido. El «derecho a decidir» y el referéndum no son una renuncia porque, dijo, ahora es necesario «traspasar las fronteras estrictamente independentistas para plantar cara a la ofensiva más grande del españolismo desde 1939».
Renuncia a la «senyera»
De alguna forma, la necesidad de ampliar la base hacia sectores soberanistas no necesariamente rupturisas también es compartida en ERC, partido en el que, tal y como señalaba Joan Tardà hace pocos días, se apuntaba que la demanda de un «referéndum pactado» no podía desdeñarse. Por arte de birlibirloque, parecería que el 27 de octubre no se hubiese proclamado la república catalana. En la misma línea, reconociendo que al independentismo le convendría cierta moderación estratégica, el propio Tardà reconocía que uno de los errores del proceso había sido relegar la «senyera» -una bandera que ahora identifica al constitucionalismo- en favor de la «estelada».Prueba de esta situación extrema es la manera -ciertamente curiosa- en la que Enric Millo, delegado del Gobierno en Cataluña, le reprochó ayer a Puigdemont su crispación. Fue mediante un mensaje de whatsapp. Millo le replicó que nunca le había visto «tan exaltado y crispado» y le recordó que en las elecciones de 2015 los catalanes no le votaron a él personalmente, por lo que le recomendó «modestia, calma y tranquilidad».
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MRF
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