Los científicos han descubierto, con sorpresa, lo poco que los hombres saben sobre sus vecinos cotidianos. Probablemente, uno de los motivos es que, aunque por término medio hay 100 especies de artrópodos en cada hogar, se trata a todas estas criaturas como una plaga. Una investigación publicada recientemente en Scientific Reports ha tratado de solucionar este error. Científicos de la Universidad del Estado de Carolina del Norte y del Museo de Historia Natural de Dinamarca han estudiado los rincones de las casas y sus bichos como si se tratara de un ecosistema de la sabana africana o de las profundidades océanicas. Los aprensivos pueden quedarse tranquilos (o no): hagamos lo que hagamos estaremos rodeados por centenares de bichos. En realidad ni la presencia de mascotas ni la limpieza tienen un gran impacto en la diversidad o variedad de criaturas que viven con nosotros, aunque sí que hay otros factores a tener en cuenta.
«Por mucho que nos guste pensar que vivimos en casas protegidas del exterior, a diario están ocurriendo salvajes dramas ecológicos justo a nuestro lado», ha dicho en un comunicado Misha Leong, principal autora de la investigación. Paradójicamente, a la vez que en la televisión un documental muestra la desesperada carrera de una gacela perseguida por un león, algo similar puede estar ocurriendo, a la vez, justo debajo del sofá, en el reino de las migas y las pelusas: allí, los bichos tienen que cazar, huir, competir o cooperar para sobrevivir. «Estamos aprendiendo más y más sobre esas relaciones normalmente invisibles y cómo nuestras casas fomentan la aparición de estos ecosistemas», ha dicho Leong para referirse a esta «ecología doméstica».
El ser humano actual se pasa la vida resguardado bajo un techo y a salvo de los rigores de la naturaleza. Pero el refugio que ha creado para sí ha sido colonizado también por una buena colección de microorganismos (bacterias y hongos) y por un número inimaginable de artrópodos, criaturas cubiertas por una coraza llamada exoesqueleto y que adoptan la forma de moscas, arañas, milpiés, ácaros, cochinillas...
Después de estudiar 50 casas de Raleigh, Carolina del Norte, los científicos tienen un poco más claro dónde están estas criaturas, qué prefieren para vivir y cómo se relacionan unas con otras. «Apenas estamos comenzando a darnos cuenta de cómo las casas que hemos construido han creado un complejo hábitat para bichos y otras formas de vida», ha dicho Leong. «Nosotros queremos entender mejor esta antigua coexistencia, y cómo afecta a nuestra salud física y mental».
Alergias y bichos
La relación no tiene por qué ser siempre negativa. Aunque no suena muy apetecible, estar rodeado de bichos puede tener un efecto positivo de forma indirecta: «Cada vez más evidencias sugieren que algunas dolencias modernas están conectadas con la falta de exposición a una diversidad biológica mayor, particularmente de microorganismos, y sabemos que los insectos juegan un papel en dispersarlos y albergarlos», ha comentado Michelle Trautwein, coautora del trabajo. Como ejemplo, cada vez más estudios apuntan a la idea de que la higiene en exceso promueve la aparición de alergias, especialmente entre los más pequeños, o recuerdan la importancia de los microbios en el correcto desarrollo del sistema digestivo de los niñosSi, a pesar de todo, se prefiere evitar la compañía de los bichos, hay algunos trucos a tener en cuenta. Tal como han concluido los investigadores, los insectos prefieren los niveles más bajos de las casas. Hay más variedad de animales en habitaciones más grandes, en especial si están cubiertas por moqueta. Además, cuantas más ventanas o accesos al exterior haya, más diversidad de «bichos» habrá, y además esta reflejará la del exterior, lógicamente.
Después de analizar las casas de Raileigh, los autores observaron que los animales típicos, piojos de los libros, moscas y mariquitas, vivían en comunidades más diversas en los salones que en baños, cocinas o dormitorios. Por otra parte, los sótanos, lugares oscuros, húmedos y tranquilos, son más ricos en arañas, milpiés, grillos, escarabajos y ácaros.
En todas y cada una de las habitaciones de las casas los investigadores encontraron ejemplos de estructuras ecológicas, similares a las que se encuentran en el medio ambiente natural. Observaron casos de depredadores y presas y también de carroñeros. Todos ellos, además, son una muestra de la ecología de islas: una vez que un grupo de animales pioneros llega a un hábitat que puede usar en el hogar, se dispersa por todo aquel sitio que puede colonizar, como si se tratara de una versión reducida de la llegada de Cristobal Colón a América.
«Estamos empezando a ver cómo las casas son un pasadizo para los insectos que viajan entre dos terrenos de los alrededores», ha dicho Trautwein. «Cuantos más puntos de entrada, más diversa es la comunidad del interior».
La influencia de la limpieza y las mascotas
Los más aprensivos no se quedarán muy tranquilos con lo siguiente. Según estos científicos la limpieza no tiene un papel muy importante en la diversidad de los animales: solo afecta a la presencia de los fólcidos, las clásicas arañas de patas largas que vive inofensivamente detrás de los muebles o en el techo. La limpieza y el orden dificultan mucho su presencia, pero no la de otrosLos amigos de las mascotas y las plantas no deben preocuparse: ni gatos ni perros, ni conejos ni macetas, tuvieron un impacto significativo en la composición de las comunidades de bichos, según estos autores. Lo que más influye es la cantidad de accesos al exterior.
Los investigadores viajarán a los siete continentes de la Tierra en busca de los bichos que viven entre nosotros. A pesar de que gastamos mucho dinero en insecticidas o trampas, según Leong, «hay un buen número de especies benignas que hemos pasado por alto». Quizás no haya que preocuparse. Leong considera que «no hay que tener miedo, la mayoría de los bichos no son los compañeros de piso problemáticos que pensamos. Merece la pena aprender sobre los ecosistemas que construimos dentro de nuestras casas
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MRF
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