Demasiadas voces, y de peso, le han venido reclamando abiertamente un “cambio de rumbo”. Pero el líder socialista tiene una obsesión y en los pasillos de Ferraz ya se escucha una sentencia.
El panorama se está poniendo cada vez más cuesta arriba. Pedro Sánchez sigue obcecado en su posición del "no es no". Continúa en su particular día de la marmota, bloqueando a Mariano Rajoy y al PP
sin esbozar siquiera una alternativa “posible” para que haya nuevo
Gobierno. Parece que no consigue leer los resultados del 26J. Tampoco, a pesar de sus permanentes visitas a diversas playas este verano, ha logrado escuchar el clamor de la gente, harta de que el PSOE,
en lugar de estar en la solución, sea un escollo. La celebración del
debate de investidura el 30 de agosto, justo la fecha que obligaría a
convocar unas nuevas elecciones para el 25 de diciembre en el caso de
que las Cortes fueran incapaces de alumbrar una solución en esa primera
sesión o en los dos meses siguientes, acerca inexorablemente al
secretario general del PSOE a una guillotina cuya hoja puede caer sobre su cuello político y acabar con su cerrazón.
El cerco sobre Sánchez va creciendo con una intensidad que sobrecoge
El cerco sobre Sánchez va creciendo con una intensidad que sobrecoge. Y es así porque entre el primer escrutinio de Rajoy
el 31 de agosto, que a todas luces resultará fallido pues para
prosperar necesitaría del voto a favor de la mayoría absoluta de los
diputados, y el segundo intento en el que al candidato del PP
le valdría obtener una mayoría simple, van a transcurrir 48 horas al
límite. Cómo será la inquietud en las propias filas socialistas, que
andan ya sudando ante la perspectiva de un impasse
delicadísimo. Veremos si la responsabilidad de abocar al país a una
nueva cita con las urnas el día de Navidad (¡nada menos!) puede
convertirse en el definitivo revulsivo para el PSOE. Al
menos, así lo creen en privado algunos dirigentes de esta formación.
Ante la perspectiva de verse "ametrallados" por la opinión pública,
diputados socialistas ansían una reacción de Sánchez que dé cuanto antes una solución al partido, donde el nerviosismo campa a sus anchas.
Una opinión que gana adeptos es que el líder no puede afrontar esto al "estilo Rajoy", dejando pasar un problema hasta que se pudra, como si aquí no ocurriese nada. "O Pedro
mueve ficha, o alguien se la va a mover", me avisa un veterano
socialista. Demasiadas voces, y de peso, le han venido reclamando
abiertamente un "cambio de rumbo". Y hace tiempo que el entorno de Pedro Sánchez
no puede achacar (como ya antes ha hecho con desprecio) “a nuestros
mayores, que viven en otro mundo” esa apuesta por desenredar la madeja.
Con la posición, entre otros, de Felipe González, Alfonso Guerra, José Bono o Javier Solana, se han alineado desde José Luis Rodríguez Zapatero al barón asturiano Javier Fernández pasando por otros como el castellano- manchego Emiliano García-Page o el aragonés Javier Lambán. Puesto que Sánchez
sigue resistiéndose a desbloquear la gobernabilidad del país, sólo
tiene una salida: convocar un Comité Federal (ya nadie cuenta con ello
hasta después del 2 de septiembre) y abrir el debate y la reflexión.
Hay quienes incluso han barajado la idea de un Congreso Federal donde dirimir si el “no” a Rajoy debe girar a la “abstención”
Lo ha reclamado Zapatero, pero también se ha desgañitado en ese sentido Lambán. Hay quienes incluso han barajado la idea de un Congreso Federal donde dirimir si el “no” a Rajoy
debe girar a la “abstención”. Pero desde Ferraz la respuesta que sale
es un distante: “Que esperen sentados”. “El secretario general ha
mutilado la democracia interna, que tanto ha dado de sí al PSOE
siempre”, se queja la misma fuente. No parece consciente de la onda
expansiva que tendría cargar con el sambenito de unas terceras
elecciones. Desde luego, rastreando la estrategia de Sánchez no hay otra fórmula que no conduzca a una investidura frustrada de Rajoy.
“Quien se abstenga, nunca podrá liderar la oposición”, sostiene ante
sus visitas. A partir de ahí, aseguran en Ferraz, estaremos de nuevo en
una casilla de salida.
Tras ese previsible fracaso de Rajoy, los “pedristas” con mando en el cuartel general socialista esperan que el líder del PP salga tan “debilitado” que su jefe pueda empujarlo al vacío. Es decir, apartarlo de la reelección. “Pedro ansía poder exhibir ante sus votantes la cabeza de Rajoy”, avisa mi fuente. Por tanto, el siguiente paso de Sánchez, tras la investidura fallida del líder popular, sería pedir, al más puro estilo de la CUP en Cataluña con Artur Mas, el sacrificio de Rajoy para que el PSOE se abstenga y permita gobernar a otro candidato del PP.
Mientras el malestar
corre como la pólvora entre los cuadros del PSOE, Sánchez actúa como si
estuviera reservándose una investidura alternativa
Mientras, en la apuesta de futuro, http://www.esdiario.com/
MRF
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