La mayor pérdida de tiempo hoy es escuchar los sermones dominicales de Pedro Sánchez
De Gaulle dijo que «no se podía gobernar un país con 246 clases de quesos», referido al suyo. Bastante más difícil es hacerlo con 47 millones de ciudadanos con su propia idea de gobierno, como nosotros. Aunque luego, nos dejemos gobernar por el primer embaucador o el dictador más férreo. Basta con que nos convenzan de que gobernamos nosotros o de que no hay otro remedio. Media España acepta a Pedro Sánchez no por creer que lo esté haciendo bien, sino por impedir que gobierne la derecha, y la otra media, por ser incapaz de derribarle. Ambas cometen el mismo error: anteponer sus intereses, ideas y conductas a los generales de la nación. Así no hay forma de avanzar.
Estamos
viéndolo con el Covid-19. Recordarán que empezó sin dársele mayor importancia. Venía de lejos, parecía otra variedad de gripe y su porcentaje de muertos era mínimo. Así que no se hizo nada para contenerlo ni curarlo. Pero cuando se vio que las muertes se disparaban y que no había curación ni casi tratamiento, cundió el pánico entre la población y el Gobierno, que echó el freno hasta el punto de paralizar el país, confinándonos en nuestras casas e impidiendo todo tipo de actividades industriales, económicas y lúdicas. Un auténtico Estado de sitio, como en las pestes medievales, excepto en el terreno sanitario, con ese personal en primera línea de fuego, sin dotársele de las defensas necesarias, lo que ha producido una auténtica escabechina entre ellos. Siendo esto gravísimo, lo fue también que la economía española, que ya venía renqueando, se sumió en estado cataléptico, disparándose el paro y el cierre de empresas. Ante lo que el Gobierno dio un volantazo en sentido contrario, con una «desescalada» en tres fases. Hoy empieza la tercera en prácticamente toda España, en algunos puntos sin apenas haber pasado la segunda. Y la gran pregunta es: si nos equivocamos al no haber previsto la magnitud de la pandemia y volvimos a equivocarnos al decretar el cierre total de la actividad, ¿no nos equivocaremos al acelerar la desescalada? ¿No tendremos otro rebrote de la pandemia? Nadie lo sabe, Pedro Sánchez el primero, como volvió a demostrarnos e incluso a confundirnos ayer, al anunciar lo que se permite y lo que sigue vedado al mismo tiempo. Lo único seguro es que va detrás del virus a bandazos, que puede salir tanto bien como mal. Todo por no respetar la primera regla del buen gobierno: el interés general debe prevalecer siempre sobre el de los partidos o personales. Que él no respeta.
La única lección de esta crisis es que puede gobernarse a los hombres, pero no a los eventos. A los hombres puede engañárseles y, más o menos, lo hacen todos los políticos. Pero los eventos se rigen por su ley natural, sobre la que nadie, por inteligente que sea, tiene control. Y los más peligrosos son quienes creen poder hacerlo. Es decir, sus mentiras. La mayor pérdida de tiempo hoy en España es escuchar los sermones dominicales de Pedro Sánchez....José María Carrascal
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