Los «chalecos amarillos» se levantan contra la subida del precio y los impuestos de los carburantes y el costo de la vida
Christophe Castaner, ministro del Interior, ha hecho este primer balance, muy provisional, cuatro horas después del comienzo de la jornada de movilización de los «chalecos amarillos»: «Nuestro nivel de inquietud es máximo. Un muerto y varios heridos…». Un manifestante de unos 50 años ha muerto atropellado por un vehículo en el sureste de Francia durante una de las numerosas protestas ciudadanas.
También se han registrado heridos en varias ciudades de provincias, donde se han reconocido, oficialmente, más de mil acciones en una jornada sin precedentes en toda Francia, donde la fronda nacional del movimiento de los «chalecos amarillos» ha organizado numerosas operaciones «caracol», atascos, ralentización del tráfico, «bloqueos» y «controles» de carreteras y autopistas, obligando al gobierno de Emmanuel Macron a tomar medidas de seguridad excepcionales.
El movimiento de los «chalecos amarillos» es una fronda social de nuevo cuño: no hay líderes, no existe un partido o sindicato; se trata de un movimiento autoorganizado, a través de las redes sociales, con el fin de protestar contra la subida del precio y los impuestos que pesan sobre los carburantes y el costo de la vida.
La extrema derecha de Marine Le Pen, la extrema izquierda de Jean-Luc Mélenchon, el PS y Los Republicanos (LR, derecha tradicional), han declarado su «simpatía» y «solidaridad», real u oportunista, con un movimiento social de nuevo cuño que no tiene un objetivo político concreto y parece anunciar una ola de protesta popular, menos urbana que rural.
A primeras horas de la mañana, la gran jornada de protesta comenzó en la periferia de París y todas las grandes ciudades de provincias, con una movilización difícil de calibrar.
Todos los periódicos han movilizado sus páginas webs para seguir el movimiento minuto a minuto. Las cadenas de radio y televisión han organizado un seguimiento casi permanente, incrementando la incertidumbre, a la espera de acontecimientos imprevisibles.
El gobierno, por su parte, ha movilizado a millares de policías, gendarmes y CRS (Compañías Republicanas de Seguridad, anti disturbios), con el fin de «impedir» atascos o bloqueos amenazantes.
Las imágenes que transmiten las cadenas de televisión ofrecían a primera hora de la mañana un paisaje nacional «balcanizado»: una Francia profunda y modesta, que se tira a la calle de manera tranquila, sin incidentes, de entrada, repitiendo un rosario de críticas de fondo contra Emmanuel Macron y su gobierno: «Para un agricultor modesto, la subida de los carburantes es una amenaza», «para quienes trabajamos en pueblos pequeños, el coche es una herramienta de trabajo y la subida de los carburante nos penaliza mucho», «los franceses que vivimos en la periferia de las grandes ciudades somos las primeras víctimas», «la política fiscal de Macron es un atraco permanente»....
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