No Al Olvido

viernes, 23 de noviembre de 2018

# Pacto migratorio y trampa saducea ..Merkel promueve el desarme de Occidente ante la inmigración... Video..El Gato al Agua



En Alemania se cuece una revuelta. En Francia ya está en marcha. Ambas contra las élites políticas y mediáticas que imponen medidas ideológicas con total desprecio hacia sus poblaciones. Como «manuelacarmenas» furiosas con su Madrid Central. Las revueltas civiles contra el castigo al diésel empezó en Francia, pero se extenderá. Es parte, con la protesta contra la inmigración ilegal y el desprecio a fronteras y soberanía, de una resistencia multifacética que avanza, coge fuerza y gana en convicción en toda Europa. En Alemania, Angela Merkel ya ha sido víctima de ella. Sus derrotas electorales la obligaron a anunciar el comienzo del fin de su liderazgo. Renunció a la reelección en la jefatura de la CDU. Es un paso irreversible de salida, aunque pretenda terminar la legislatura en la Cancillería. Creía su partido poder rebajar así la tensión. Pero en pleno debate sobre su sucesión, Merkel aún presenta un legado envenenado. Y despierta masiva resistencia.
Se trata de la aprobación del Pacto Migratorio de las Naciones Unidas que, ahora se ha visto en el debate presupuestario en el Bundestag, es un nuevo y peligroso empeño personal de la canciller. El Plan Migratorio de la ONU es una trampa saducea que vacía de contenido las soberanías nacionales, cuestiona el derecho de defensa de las fronteras y por la vía de los hechos convierte la migración prácticamente en un derecho. Por eso lo han rechazado ya EE.UU., Austria, Hungría, Chequia, Polonia, Estonia, Israel y otros. Cada día se suma algún nuevo país. El documento globalista se deshace en buenas intenciones, legitima al final lo posible y lo imposible, lo legal y lo ilegal por llegar e instalarse allá donde se pretende. E inhabilita para evitarla a los Estados que no quieren tal inmigración. Son 34 páginas de prosa hipócrita de la ONU, pretenciosa, sentimental y tramposa. Legalmente no obliga a nada, políticamente condena a todo. Afirma que cada país tiene derecho a tener y aplicar su propia legislación sobre inmigración. Sirve para que Merkel y otros muchos promotores digan que el documento no es vinculante. Pero casi un centenar de puntos comienzan con un ominoso: (Los Estados firmantes) «Se comprometen a...».
Merkel sellaría así en una particular apoteosis su obcecada apuesta por el multiculturalismo, al que abrió las puertas con su traumática decisión del 4 de septiembre de 2015, cuando se saltó las leyes y abrió las fronteras a todo inmigrante que quisiera llegar. Muchos aplaudieron y se embriagaron con el lema de la canciller -«Nosotros podemos» (Wir schaffen das)- que recordaba otras frases que simbolizan cumbres históricas desastrosas del idealismo alemán. Pero el daño a la sociedad alemana de aquella decisión ha sido infinito y irreparable. Más del 90% de los llegados no tenían derecho al asilo, pero se han quedado y ejercen una brutal presión sobre el gasto y los servicios. Las ciudades, los barrios y los pueblos han cambiado y con ellos el talante de la sociedad y el propio escenario político. Vuelve ahora ese buenismo globalista cuyo origen en Merkel se atribuye a su juventud en la RDA, con un padre pastor protestante. También a la educación que consideraba positiva la desaparición de la nación alemana. A la que se enseñó a temer y odiar después de la guerra. Porque se culpaba a la nación de ser causa del nacionalsocialismo. No al socialismo, claro. El Pacto Migratorio es ya la nueva clave política. Hay revuelta en la CDU. Y hay un partido a su derecha, la AfD, que recibe con este delirio globalista de un Pacto Migratorio ideológico, antioccidental e indeseable, otro inmenso regalo de Merkel.Hermann Tertsch
https://www.abc.es/ MRF

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