No nos engañemos. Es cierto que Vox ha quitado siete escaños al PP. Pero es mucho más lo que ha quitado a la izquierda. El descalabro del PSOE perdiendo catorce escaños y Podemos otros tres demuestra que los doce escaños de Vox llegan en buena parte de la izquierda. No tiene nada de extraño. El Frente Nacional francés, con el que Vox se siente en sintonía, surgió a instancias del Partido Socialista de François Mitterrand, que engendró ese partido para romper a la derecha. Pero esa extrema derecha casi nunca tuvo un punto de tanta fuerza como tiene hoy Vox, que tiene capacidad de dar el poder a una opción alternativa al PSOE por primera vez en cuarenta años. En esta campaña hemos visto a todos los medios de comunicación oficiales engordar a un partido que no tenía representación parlamentaria. Se hacía referencia a él constantemente con un enorme entusiasmo en la seguridad de los réditos que generaría para el PSOE al romper el voto de la derecha. Pero el hijo ha devorado al padre que lo engendró.
Tengamos presentes un dato muy importante de esta elección. La participación ha sido bajísima. Por debajo del 60 por ciento. Y el gran triunfador de la noche ha pasado de la nada a doce escaños. Este partido, Vox, surgió en las elecciones europeas de 2014 liderado por Alejo Vidal-Quadras. Su gran lema electoral entonces fue acabar con las autonomías. Su gran éxito se produce precisamente con una participación baja en las elecciones. Los llamamientos a votar, dada la relevancia de las elecciones, los ha recogido el partido que en sus orígenes quería acabar con este modelo territorial. Lo que no es óbice para que a partir de ahora a Vox le interese mantener las autonomías porque el pragmatismo impide finiquitar tu principal fuente de ingresos.
A partir de aquí, es difícil negar que el gobierno lógico es el de todas las fuerzas de la derecha. Susana Díaz ya lo denunciaba anoche, porque pactar con la extrema izquierda es legítimo, pero con la extrema derecha, no. Mas la realidad es que en Europa esas fuerzas están presentes en tantos países que no se puede negar la evidencia. Pero que nadie ignore un dato muy relevante. Ciudadanos ha roto una regla inmutable hasta ahora en la política internacional: el partido menor de una coalición de Gobierno, o el que sostiene un Gobierno desde fuera, sale perjudicado en las siguientes elecciones. Por primera vez esta regla se ha roto en Andalucía. El partido que ha prorrogado tres décadas de corrupción gubernamental en Andalucía es el más beneficiado en las urnas. Por ello a nadie debe sorprender que su posición en las negociaciones para formar un nuevo Gobierno sea, como anunció anoche Rivera, que gobierne Ciudadanos. Así entienden el cambio. Para Rivera, el cambio es él. Aunque sea el tercer partido de la cámara. Y luego decimos de Sánchez.Ramón Pérez-Maura
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